Un buen día, soyari me llama por teléfono y estamos hablando un rato. Empiezo yo:
– Pues sí, Amsterdam es un sitio bastante curioso. Hay coffe-shops en los cuales puedes elegir en un menú el tipo de marihuana que puedes fumar. Sin embargo, no puedes tomar alcohol en esos bares.
– Jejeje, pues sí que es curioso sí… ¿no te habrás traído un poquito para probarla?
-No hombre, no voy a ir con marihuana por el aeropuerto y que me registren la maleta, lo descoloquen todo… ufff… 😕 Sin embargo, me mandé una carta a mí mismo desde allí, con unos cuantos cogollos de maría y… ¡¡¡tacháaaannn!!! Aquí están, acaba de llegar la carta a mi buzón.
– ¿¡Ah sí!? ¿Así de fácil?
– Pues ya lo ves, para algo tenían que servir las canciones de Melendi. Además…
La conversación se vio súbitamente interrumpida por la voz autoritaria de alguien desconocido, surgiendo desde el auricular.
– ¡Señor reygecko, sepa usted que queda inmediatamente detenido! ¡Ponga las manos sobre la nuca y no se resista! Un equipo especializado entrará en su domicilio en este mismo instante.
– ¿Cómo…? ¿Qué…? ¿¡Pero qué carajo…!? -intenté articular yo, sin mucho éxito-
Sin tiempo para reaccionar, un brutal golpe destrozó la puerta de mi domicilio, ahogando mi grito con el estruendo provocado por el destrozo y por varias decenas de botas militares entrando rápida y ordenadamente hasta mi salón, apuntándome con un rifle de asalto y dándome órdenes cortas y claras:
– ¡Al suelo! ¡Boca abajo! ¡¡¡Ya!!!
Yo, inmovilizado y estupefacto por la situación, no acerté a mover un sólo músculo. Sólo miraba con los ojos abiertos a esos extraños que se habían metido en mi casa de forma rápida y violenta, como un vómito imprevisto surgido tras contemplar a tu familiar más querido con las tripas fuera.
No fue necesario esperar mucho. Un contundente culatazo me hizo desplomarme en el suelo mientras la voz de un espíritu entonaba en mi mente:
– Se le acusa de tráfico y tenencia de sustancias prohibidas, al amparo del artículo número…
No recuerdo más.
Sigue leyendo →