Sí, no me cuesta reconocerlo.
Es pasar por delante de un local de fisioterapia y, basta que encuentre algún cartelito que ponga “Reiki”, “Acupuntura”, “Osteopatía”, “Homeopatía” o cualquier otra disciplina filosófica-espiritual para hacerme salir disparado de ese local y no volver a acercarme nunca más.
¿De verdad es tan malo tener algunos prejuicios? En determinadas circunstancias, ¿pueden sernos útiles?