Un Simpson en el supermercado

Me encontraba yo en la cola del Mercadona (sí, ése que tiene una farola en todo el medio de la entrada a su garaje) cuando vi que la cajera cuchicheaba con un reponedor.  No les entendía qué estaban diciendo, pero por la forma de hablar y el gesto de la cajera señalando hacia una señora de unos 45-50 años que estaba al final de un pasillo pensé que se trataba de algún hurto.

– Está en mal pasillo para robar… -pensé, porque era el pasillo de las conservas vegetales, lo lógico sería robar algo en el pasillo del jamón-

¿Se mudaron los Simpson a Pinto?

Pero poco después me di cuenta de que la cajera no la señalaba con el dedo porque sospechase de ella, sino por algo muy distinto…

La señora se acercó hacia la línea de cajas y pude comprobar con asombro que ¡tenía la piel completamente amarilla! 😯 No, no era «un ligero tono amarillo», era amarillo-amarillo.  Muy amarillo.  Vamos, color Simpson.

Un ejemplo de ictericia

A pesar de la mala educación que supone quedarte mirando a una persona, era algo casi hipnótico.  Nunca había visto a alguien de un color amarillo tan vivo paseando a mi lado. Al llegar a mi casa, busqué algo en internet y supongo que podría tratarse de un caso extremo de ictericia, porque el tono de la piel era bastante más amarillo que éste que pongo a la derecha.

Tan pronto como pude reaccionar, dejé de mirar a la señora.  Seguramente estará harta de que todo el mundo la vaya mirando y no me apetecía contribuir a eso.

Además, yo la entiendo.  Cada vez que voy a cualquier parte, no paro de oír comentarios del tipo «¡qué guapo!», «¡qué elegante!», «¡¡qué porte más atlético!!» y, la verdad, ya cansa… 😎

Fotos y dibujitos: Simsoncrazy, El rincón de Fali.